A inicios de
los años 70, una joven estadounidense llamada Terry Lynn Karl llegó a Venezuela
para escribir un libro sobre la historia de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP). Eran los años del primer 'boom' petrolero y
claro, la palabra OPEP estaba asociada a la seductora idea de una rebelión de
los países pobres que habían decidido unirse para exigir de los países ricos e
industrializados un precio justo por su petróleo. Entonces su valor aumentó y
los dólares empezaron a caer como maná del cielo. El desarrollo, la riqueza y
la soberanía parecían cosa de pocos años más. Venezuela era la parada clave
para el libro. En Caracas vivía Juan Pablo Pérez Alonso, el brillante abogado
que concibió la OPEP considerado como su padre. Según el relato del dramaturgo
y escritor venezolano Ibsen Martínez, la chica le explicó a Pérez que quería
que él le contara de primera mano la historia de la OPEP. Pérez Alonso la
escuchó pero lo que le contestó no solo habría de sorprender a la joven Karl,
sino cambiar radicalmente el enfoque del estudio. "No estudies a la OPEP.
Es aburrido. Estudia sobre lo que el petróleo nos está haciendo", le dijo
Pérez Alonso.
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